Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, vencedor de Rosas, gran impulsor de la organización nacional y primer presidente constitucional de los argentinos, nació el 18 de octubre de 1801 en una estancia cercana a Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. En aquel tiempo, su padre, el coronel José de Urquiza, era comandante de la costa del Uruguay. Los primeros años de Urquiza transcurrieron en el campo hasta que en 1817 se trasladó junto a sus hermanos mayores a Buenos Aires para estudiar en el Colegio de San Carlos, pero debió abandonar los estudios por la clausura del Colegio y regresó a Entre Ríos. A partir de entonces se dedicó al comercio. Trabajó junto a su cuñado hasta establecer su propio negocio: cueros y astas que despachaba a Buenos Aires y Montevideo. Lentamente y paralelamente con el crecimiento de su prosperidad económica, aumentó la influencia de Urquiza en Concepción del Uruguay. La ciudad lo nombró oficial del cuerpo de cívicos, que se encargaba del orden en la ciudad y en el campo. Allí tomará contacto por primera vez con la política y con los grandes debates en torno a la forma de gobierno a adoptar por el nuevo país independiente. Urquiza se inclinó por el federalismo e inició su carrera política que lo llevó a los veinticinco años a ser electo diputado de la legislatura provincial. Allí presentó una serie de proyectos tendientes a mejorar la administración y la economía provinciales, así como innovadoras propuestas educativas.
Su buena labor legislativa incrementó su influencia y su prestigio político. En 1832 fue designado comandante general del Segundo Departamento Principal. Era el cargo que seguía en jerarquía al de gobernador y manejaba los destinos de la mitad más rica de Entre Ríos.
Terminadas las campañas de 1846 y 1847, Urquiza volvió a ocuparse personalmente de las tareas de gobierno que había confiado en su ausencia a Antonio Crespo su gobernador delegado. Se dedicó sobre todo a promover la educación popular. Para 1848 ya había escuelas públicas en todos los distritos de la Provincia.
Para 1850 Entre Ríos era una de las provincias más prósperas de la Confederación. Atraía a inversores extranjeros y llevaba a los emigrados argentinos en Montevideo a poner los ojos en su gobernador y a visualizarlo como el único capaz de terminar con el régimen rosista. Así pensaba Esteban Echeverría, que le escribía a Urquiza en estos términos: "Debe ponerse al frente de un partido único y nacional que represente a la religión social de la patria representada en la bandera de Mayo. Nos asiste un convencimiento de que nadie en la República Argentina está en condición más ventajosa que Vuestra Excelencia para ponerse al frente de ese partido nacional y promover con suceso la fraternidad de todos los argentinos".
En 1851 el gobernador de Entre Ríos emitió un decreto conocido como el pronunciamiento de Urquiza, en el cual aceptaba la renuncia de Rosas y reasumía para Entre Ríos la conducción de las relaciones exteriores.
Armado de alianzas internacionales, Urquiza decidió enfrentar al gobierno bonaerense.
El proyecto de Urquiza se desmoronaba. Darle la espalda a Buenos Aires era una estrategia inviable. Los capitales extranjeros no llegaban, carecían de una moneda fuerte, el estado no lograba nacionalizar sus instituciones. Las bases materiales estaban en terreno porteño.
Palacio "San José" Residencia de Urquiza. |
El abrazo con Sarmiento, el principal responsable de la muerte del Chacho, le costará muy caro a Urquiza. Para muchos de sus ex compañeros de armas e ideas era la gota que colmaba un vaso que había comenzado a llenarse tras la extraña retirada de Pavón y con el apoyo a Mitre y a la guerra fratricida con el Paraguay. El 11 de abril de 1870, un grupo armado que respondía al caudillo montonero Ricardo López Jordán irrumpió en el Palacio San José al grito de "¡muera el traidor Urquiza!". El general le salió al encuentro dispuesto a defenderse a tiros pero cayó herido por un certero disparo y, una vez en el piso, la partida montonera lo ultimó a puñaladas.
"Mi pensamiento entonces fue alcanzar para mi país los beneficios de la libertad, devolviendo a la Nación sus derechos e invitándola a constituirse definitivamente de una manera regular y permanente. Fui impulsado por un sentimiento purísimo de patriotismo y sin trepidar puse en la balanza los sucesos, con mi espada, la alta posición que debía al pueblo entrerriano, y mi cabeza; no podía hacer a la patria mayor ofrenda. Sacrifiqué en sus aras todo interés personal y me consagré a la grande obra de la nacionalidad argentina, abriendo la campaña gloriosa del Ejército Grande, con el concurso de lo más sano, ilustrado y valiente, que lucía en las filas de los viejos partidos, que habían dividido la República."
Frase de Justo José de Urquiza.
Fuente
0 comentarios:
Publicar un comentario